La historia está repleta de
canciones que narran lo que sus protagonistas viven, para
trasmitirlo de generación en generación y, de alguna manera,
recordar. ¡Ay, Carmela!, también conocida como El paso del Ebro
nació de las voces de unos españoles que cantaban en 1808 contra la
invasión francesa, en la Guerra de la Independencia. Más de un
siglo después, los anarquista la recuperaron para entonarla en la
peor de las contiendas, la que obliga a matar a tus propios
hermanos, primos, amigos.
Hace pocos días, paseábamos entre el
bullicio de un Madrid caluroso, para tomar asiento en el Teatro
Reina Victoria, y revivir un episodio de historia narrada en forma
de canción. Y vaya que si lo hicimos.
Andrés Lima dirige a un elenco de
actores capitaneados por Inma Cuesta, Javier Gutiérrez y Marta
Ribera, en la adaptación musical de la obra de teatro, y posterior
película ¡Ay, Carmela!. Los actores brillaron, pero lo que más
provocó en nosotros el escalofrío, fue la escenografía, apoyada en
una iluminación, que parecía emanar de bombas y fuego, nunca de
unos focos; así que mi más sincera ovación a Beatriz San Juan y
Valentín Álvarez por conseguir ponerme los pelos de
punta.
Mujeres tradicionales y rompedoras, de
luto, y desnudas, acompañas y solas, con caras que lloran y bocas
que ríen. Una sucesión de españolas en blanco y negro, o rojo y
gris, ocupan los minutos iniciales hablando sin abrir la boca de
una sociedad no muy lejana, de cómo vivían y qué
padecían.
Marta Ribera nos guió a través de la
historia con voz sensual y aleccionadora. Sus palabras, a veces
gritadas, otras susurradas; se intercalaban con el sonido de
bomarderos, bosques que crepitaban en anocheceres de fuego y
muerte; y avanzaban con el devenir del carromato de "Carmela y
Paulino, variedades a lo fino".
A pesar de que esperábamos a Inma
Cuesta, con su mágico duende andaluz, viviendo el papel de Carmela;
no podría permitirme desmerecer el trabajo de su cover, Sagra
Mielgo, que defendió bien a esta mujer valiente, de ideas firmes; y
que nos llevó de la mano a recordar la historia que le cantan, la
que le hizo protagonista de la historia.
Paulino cobró vida en el cuerpo de un
brillante Javier Gutiérrez; y disfruté escuchando cantar en
italiano al enviado de Mussolini, interpretado por un
(desconcertantemente) divertido Javier Navares. Álvaro Morte, Pablo
Raya, y Javier Enguix, completan el reparto de inocentes
brigadista, y de asesinos, con sotana y sin ella, que completan
este musical.
Javier Guitérrez, Inma Cuesta, y
Marta Ribera
Víctor Manuel, Pedro Guerra y Vanesa
Martín, han compuesto temas originales para el musical, que junto a
los temas propios de la obra y la época, como "Suspiros de España",
"Ay, Carmela", "Giovinezza" o "Jarama Valley", ponen las notas y
letras del espectáculo.
¡Ay, Carmela! primero pisó los
escenarios en 1987 bajo la dirección de José Luis Gómez, tras
surgir de la pluma de José Sanchis Sinisterra un año antes. Buenos
Aires también recibió el canto a nuestra Carmela, y en 1989,
grandes actores argentinos como Virginia Lago y Jorge Rivera López,
dirigidos por Dervy Vilas revivieron una de las historia que pudo,
sin lugar a dudas, haber dejado la Guerra Civil
Española.
En 1990, Carlos Saura decidió llevar
¡Ay, Carmela! a la gran pantalla y consiguió 13 premios Goya,
incluyendo el de Mejor película, actor, y actriz, con un trabajo
protagonizado por Carmen Maura, Andrés Pajares, y Gabino
Diego.
Andrés Vicente Gómez, productor de la
película, encargó a José Luis García Sánchez la adaptación para
teatro musical de la historia de Carmela, y propuso la dirección a
Andrés Lima. Estos días y hasta el 30 de junio, el Teatro Reina
Victoria (Carrera de San Jerónimo, 24) canta de nuevo a la historia
y la revive para nosotros en el musical de ¡Ay, Carmela!; y si
quieres emocionarte en una de estas tardes de madrileña primavera,
donde se mezclan pantalones cortos y chaquetas, sandalias y botas;
compra tu entrada para disfrutar de este gran espectáculo cargado
de risas, lágrimas, y recuerdos.
No sabemos si fue real lo que ¡Ay,
Carmela! narra, pero bien podía serlo. Muchas Carmelas murieron por
disparos de otros tantos que no eran nadie, y un uniforme les hizo
creerse poderosos. Somos una generación que no ha vivido nada tan
doloroso como lo que nos enseñan sobre el escenario del Teatro
Reina Victoria; y aunque la venganza no sirve de nada, y el rencor,
de mucho menos, no está de más que artistas, directores,
especialistas, e historiadores, recuperen y nos trasladen a
aquellas viejas canciones que son parte de nuestras historia, y no
deben caer en el olvido.